Sanitización: protege tu espacio de virus y bacterias

Servicio de sanitización

martes, 25 de marzo de 2025

Mantener un ambiente limpio es fundamental para la salud, pero no basta con limpiar a simple vista. La sanitización es un proceso clave para reducir la presencia de microorganismos que pueden afectar nuestro bienestar. En este artículo, te explicamos en qué consiste, cómo se diferencia de la desinfección y por qué es necesario aplicarla correctamente.

¿Qué es la sanitización y por qué es importante?

La sanitización es el proceso que reduce la cantidad de bacterias, virus y hongos en superficies y ambientes a un nivel seguro, de acuerdo con normas de salud pública. A diferencia de la desinfección, que elimina casi por completo los microorganismos, la sanitización busca minimizar su presencia sin necesidad de erradicarlos completamente.

Este procedimiento es esencial en lugares con alto tránsito de personas, como oficinas, hospitales, escuelas y comercios, donde el riesgo de contagio es mayor. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una adecuada higiene y el uso de productos sanitizantes ayudan a prevenir enfermedades infecciosas, especialmente aquellas transmitidas por contacto con superficies contaminadas.

Sanitización vs. desinfección: ¿en qué se diferencian?

Aunque ambos términos suelen usarse como sinónimos, hay diferencias clave:

Característica

Sanitización

Desinfección

Objetivo

Reducir microorganismos a niveles seguros

Eliminar casi por completo virus y bacterias

Uso común

Restaurantes, oficinas, escuelas, hogares

Hospitales, laboratorios, clínicas

Productos

Sanitizantes como soluciones a base de alcohol o amonios cuaternarios

Desinfectantes más potentes como cloro o peróxido de hidrógeno

Frecuencia

Diaria o frecuente

Periódica o en casos específicos

Ambos procesos pueden complementarse para mantener ambientes más seguros, pero es importante elegir el método adecuado según el espacio y la necesidad.

Métodos efectivos de sanitización

La sanitización puede realizarse de distintas maneras según el tipo de superficie, el entorno y la cantidad de personas que transitan por el espacio. A continuación, te explicamos los métodos más efectivos y cómo aplicarlos correctamente:

1. Uso de sanitizantes en superficies

Los productos sanitizantes ayudan a reducir la cantidad de microorganismos en objetos y superficies de contacto frecuente. Es importante elegir el producto adecuado según el material y la zona donde se aplicará.

  • Alcohol al 70%: Ideal para sanitizar superficies de uso diario como teléfonos, teclados, escritorios, perillas de puertas y otros objetos personales. Su evaporación rápida evita la acumulación de residuos.

  • Amonios cuaternarios: Son compuestos químicos utilizados en la industria y en espacios comerciales debido a su efectividad contra virus y bacterias. Se emplean en muebles, barandales, pisos y áreas de contacto constante.

  • Toallitas sanitizantes: Prácticas para limpiar rápidamente objetos de uso compartido como controles remotos, carritos de supermercado o mesas en restaurantes.

  • Soluciones de hipoclorito de sodio (cloro diluido): Pueden emplearse en superficies resistentes como pisos y baños, siempre siguiendo las concentraciones recomendadas (0.1% para superficies y 0.5% para zonas con posible contaminación por fluidos corporales, según la OMS).

2. Nebulización y aspersión de sanitizantes

Este método es altamente efectivo para sanitizar espacios amplios y de difícil acceso, asegurando una cobertura uniforme. Se recomienda en:

  • Oficinas, tiendas y espacios comerciales donde hay un flujo constante de personas.

  • Centros de salud y hospitales, donde es crucial mantener ambientes con mínima carga microbiana.

  • Escuelas y guarderías, para reducir riesgos en niños y docentes.

Se utilizan equipos especializados que dispersan el sanitizante en partículas finas, cubriendo superficies y el aire. Es fundamental que los productos empleados estén certificados y no representen riesgos para la salud de las personas que estarán en el área posteriormente.

3. Higiene personal y lavado de manos

El primer paso para una sanitización efectiva es evitar la contaminación cruzada a través de las manos. La OMS recomienda:

  • Lavado de manos con agua y jabón durante al menos 40 segundos, frotando bien entre los dedos y bajo las uñas.

  • Uso de gel antibacterial con al menos 60% de alcohol cuando no se tiene acceso a agua y jabón.

  • Evitar tocarse el rostro, especialmente ojos, nariz y boca, para reducir el riesgo de contagio.

4. Ventilación y calidad del aire

Aunque no siempre se le presta la debida atención, una correcta ventilación ayuda a reducir la concentración de microorganismos en el aire. Para mejorar la calidad del ambiente:

  • Abre ventanas y puertas regularmente para favorecer la circulación del aire.

  • Usa purificadores con filtros HEPA, que eliminan partículas suspendidas en el ambiente.

  • Evita el uso excesivo de ambientadores o aerosoles, ya que pueden acumular sustancias que afectan la calidad del aire.

5. Sanitización de textiles y objetos de uso diario

Ropa, tapetes, cortinas y otros textiles pueden acumular microorganismos con el tiempo, por lo que es importante incluirlos en las rutinas de sanitización:

  • Lava la ropa con agua caliente (si el material lo permite) y detergente para eliminar bacterias y virus.

  • Desinfecta zapatos y mochilas con soluciones sanitizantes al entrar a casa, evitando llevar contaminantes del exterior al interior.

  • Aspira y limpia sofás, alfombras y cortinas regularmente, usando productos específicos para eliminar ácaros y microorganismos.

Conclusión

La sanitización es una medida indispensable para mantener un entorno saludable y libre de riesgos. Si buscas soluciones profesionales, en Fucesa contamos con los mejores servicios para garantizar la seguridad de tus espacios. ¡Contáctanos y protege tu entorno!


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